La festividad de Corpus Christi es una fiesta religiosa que se celebra 62 días después del Jueves Santo.. En ella los niños vestidos de comunión pasan en procesión junto al párroco por unas alfombras de serrín de preciosos dibujos y llenas de colorido que las vecinas se encargan de adornar. Las semanas previas a la fecha las vecinas de cada calle eligen sus dibujos, compran los tintes y se encargan de teñir sacos de serrín de distintos colores, que guardan en alguna cochera, corral o local de algún vecino. El día anterior a la celebracióCorpus  se marca en la calle con tiza el dibujo elegido y el día siguiente, de madrugada, las mujeres más jóvenes y aquellas que pueden hacerlo se encargan de rellenar con serrín el dibujo marcado. Las personas más mayores que, por su edad, no pueden agacharse ni hacer otros esfuerzos (trasladar los sacos, agacharse, etc.), colaboran barriendo el serrín que haya podido desbordarse de los sacos, colocando las juncias y sacando sus macetas para adornar los laterales de la alfombra, etc. También colaboran adornando los altares, que son vestidos con preciosos manteles de encajes o con dibujos referidos a la festividad, en los que presiden imágenes de santos pequeños y algunos muy antiguos, acompañados por el aroma de un ramo de flores. Al pie del altar, normalmente, se coloca un reclinatorio. Otras vecinas, colaboran aportando un suculento desayuno a las madrugadoras, basado en chocolate o café caliente con dulces típicos. Finalmente, cuando todo está listo, los balcones se visten de gala con mantones que adornan el paso de la procesión. En algunas calles destacan los pétalos de rosa esparcidos sobre la alfombra, haciendo recordar la técnica anterior al serrín para el adorno de las calles. Esta tradición, que siempre ha sido sostenida por mujeres, en los últimos años también ha recibido la ayuda de algunos hombres que, aunque son pocos, es un hecho loable que merece la pena de destacar.